miércoles, mayo 12

A caray...

Como que hacía días no me paseaba por el blogger y mira que cambio. Es como cuando cambiaron la fachada del hotmail y tarde como 15 días en mandar un correo.
Pero bueno, refrescada del fin de semana, habiendo tenido tiempo para ir a cenar, a divagar, a escuchar a Ferro, a tirar weba, hoy tener mi última exposición del semestre y descubrir que como analista financiero soy un asco, doy por terminado mi octavo semestre. Así de sencillo. Tomando un licuado de fresa con leche agria que había en el refrigerador, me imagino que de hace como semana y media, hojeo el libro que saqué de con Evaristo esta mañana.
Y vaya, en mi etapa de ciencia-ficción, el muy comercialon Stephen King siempre ha tenido su lugarsito. Y hoy me recomendaron el que resulta ser muy autobiográfico, donde relata cómo alguna vez, de niño, se limpió sus partes con ortigas por no tener papel de baño cerca y, ya se imaginaran, todas sus ronchas. Es raro leerlo fuera de su contexto de terror y suspenso, pero igual y te da algunos buenos tips. Me acuerdo que la primera vez que me topé con uno de sus libros -Misery, y en inglés- fue como en segundo o tercero de secundaria, y tarde cerca de 4 meses en leerlo, debido a mi flojera de leer e imaginar en inglés. Me sirvió de pantalla snob en las vacaciones de verano, cuando fuimos a un hotel que se asemejaba a mi idea del paraiso en las playas de San Carlos, cuando me cocinaba debajo de una palapa tratando de entender las tormentas que le daba la enfermera al escritor.
Y de ahí le he seguido. Entre las pelis, como la de la "Ventana... no se que diantres, con Johnny Deep, y demás, he ido siguiendo su carrera, que segun relata, es igual que la de cualquier promedio americano, trabajando en lavanderias o dunkin donuts, hasta que logra vender el libro que nunca le gustó (Carrie) por $400 000 dolarucos...
Golpes de suerte o algo por el estilo, me retiro. Ya no puedo tomar el licuado con aroma a roquefort mientras el perro aulla a algo más allá de la luna...

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