sábado, octubre 23

Después de andar ausente y medio...

Me verán cazando mis pensamientos. Pero por fin han exorcisado a mi bella computadora y ya no se ríe socarronamente. Quizás eso vaya a extrañarle.
Hoy decidí no levantarme a acosarlo mientras se rasca sus genitales intelectuales en público. Y todavía sigo en pijama. El toro lamefrentes reapareció esta semana, con la cola entre las patas, pidiendo perdón por todo el mal que me ha hecho -tan malo tan malo como el agua bendita de catedral-.
Ayer soñé que me cargaba a mi misma cuando tenía meses de nacida (claro está que si me cargara como estoy hoy, hubiera amanecido adolorida). Pero era algo asombroso: un bebé que te sonríe por que te conoce, al que te encargan bañarlo. Y lo dejé hundirse en la pila de agua cristalina. No se ahogó, ja, imagínese la impresión, si no que me sonrió y me dio los brazos. Impresionante. Sobrecogedor. ¿Serán las hormonas malditas? O la angustia de que se acaba el tiempo de-- bueno. No sé. Ya ni me fui al Cervan (Snif, snif, buuuuuu) y tengo montañas de cosas por hacer. Escucho a Norah Jones por primera vez y es como si no escuchara gran cosa. Creo. No sé.
También ayer me fui al cine sola -ese hábito sadicón que he ido adquiriendo por perderme entre las sombras del lugar de los pisos pegajosos- y grité como tres veces: Ay cabrón! ja, películas de suspenso aburridas con efectos visuales esporádicos para despertar al espectador. Pero lo más loco es la 'soledad'.
Tengo ganas de perderme entre los famosos maizales, imaginar que Jack Nickolson me persigue con su cara de loco y su cuchillo de plástico.

Till the next one, my friends...

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