sábado, diciembre 3

Lluvia roja... **

Toda la semana anduve rehuyendo, excusando, evitando encontrarme: entre las sombras del cine desierto donde mi hermano brinca en su asiento ante los gritos de EmilyRose, en una película tan mala que no recuedo en compañía de esa mujer a la que todos llamamos madre, entre fumadores que gastan cincopesos por tarjeta de bingo que reparte el joven que dice suerte mil veces en una hora.

Y las hormonas que hacían que mis ojos se llenaran de lágrimas sinrazón por fin rebosaron sus límites, provocando que ayer casi rompiera en tremenda chilladera en la oficina por tener que irme a comer sola (las mujeres somos traicioneras y hormonales jovenes, tomen nota). Y entonces recuerdo una cena hace varios años con una exreportera de Eco y su esposo, mientras comía(ella) con cara de asco un aguacate relleno de cangrejo, reprobaba escandalosamente el hecho de que un hombre estuviera cenando solo en el Au Pie du Cochon de Georgetown. "Ha de ser todo un psicópata pervertido" dijo terminantemente cuando le pasaba a su esposo el aguacate machacado, nunca enterándose de las verdaderas razones del hombre para degustar solitariamente su quiché de espinacas (ignorando que la mujer a la que cantó 20 noches seguidas, única imagen recurrente en su mente cuando se masturbaba bañándose por las mañanas había sido atropellada horas antes, no logrando ir a aquella cena donde le contaría a nuestro observado x que llevaba seis semanas de embarazo de su hermano gemelo (de el) quien, en lugar de mastubarse, iba y fornicaba con ella todas las mañanas. Y yo tampoco lo supe nunca.

Pero bueno. Esta semana me han escrito viejas amigas que hacía tiempo dejé de pensarlas. Tendremos que recordar alguna aventura ficticiamente lésbica sobre tazas de café y humo de cigarro que se escapaba por nuestra naríz, por los oídos cuando nos creíamos tan mortales e insensibles como los demás.

Besitos cargados de sincol para todos!


**editado despues de ver los estragos del paracetamol en mis ojos cansados.

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