lunes, noviembre 6

Al estilo Allen

Y Sergio me recomienda que mis memorias de este último viaje a NYC sean acompañadas de alguna melodía de Gershwin, un gran reparto de participantes y que se yo. Pero solo me dedico a sonreír y a asentir mientras aspiro a la mirada melancólicaesquizofrenica de Woody y les cuento a grandes rasgos:

La gran manzana sigue siendo tan encantadora—como en las películas. Y creo que mi liderazgo con un grupo de 6 personas más que desvirginé entre la Park y Lexington, mientras salíamos de la GrandCentralStation por una puerta que yo no conocía y que alborotó mi brújula estúpidamente, reencontré mis pasos por la quinta avenida casi llegando a Rockefellercenter. Y las fotos que no paraban, y yo que me reencontraba en aparadores que no me había dignado a contemplar mientras ves las alcantarillas humeantes y las toneladas de turistas peleándose un lugar en la amplia acera. Bueno, recortando un poco—GreenwishVillage y el parque de WashingtonSquare tan—encantador como siempre, rodeado de NYU y dormitorios de estudiantes con un gran gran presupuesto para poder vivir ahí, de día admirados con las ardillas que se han dedicado a amaestrar a los paseantes a que los alimenten, que de noche se depilan la esponjada cola y se convierten en ratas de tamaño de gatos que nos hacen correr de puntas por las esquinas.
Las niñeras filipinas caminando por el UpperEastSide paseando a niños rosados mientras las calles nos conducen al CentralPark y al Metropolitan donde me dedico a esquivar multitudes y coquetearle a los escasos guardias del museo. La fuente de Aliciaenelpaísdelasmaravillas e irremediablemente me acuerdo de la canción de Bunbury. La cerveza Stella y el MeatPackDistrict con sus bares trendys y bebidas de más de 10dlls. La lluvia en nuestros zapatos—y mis compañeros de cuarto haciendo ruidos raros que me despiertan a media noche y no me dejan dormir—en medio de calentura y encabronamiento por haberme despertado. El MOMA los viernes de gente que no desea pagar una cuota de 20 dlls y donde la NocheEstrellada de VanGogh la vemos escasos segundos antes de ser arrastrados por la marabunta. El pulco y estoico museo del Sexo donde nos aburrimos y terminamos mejor en las SexShop de Saint Christopher donde me consigo un nuevo compañero de noches truculentas. La noche de borrachera—donde la cerveza Brama nos inunda la sangre, afloja las sonrisas—y pierdo mi visa lazer por coquetearle al bartender irlandés que me regala shots de algo que no me confiesa que es, pero que su acento ritmico me permite confiar—y termino en el hotel asustada, de ilegal y despertando a mis compañeros de cuarto que se acaban de proponer matrimonio en el EmpireState (cliché, yo sé, pero—envidiable) con la mitad de la borrachera más cara que me he puesto hasta hoy, ya diluida.

Fue un viaje interesante, no lo puedo negar. Algo intenso, agotador, pero disfrutable. Algo así como las pelis de Woody. Ja. Según yo.

Besitos, aquí andamos--

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