viernes, junio 22

¿Te confieso algo?

Cuando me acordaba de que no debía pensarte era cuando aparecías en mi mente y ahí vagabas con tu sonrisa sabionda en los labios. Después me ocupaba de algo más y dejabas de estar. Hasta que la costumbre me volvía recordar el no pensarte. Y aparecías de nuevo.

Cómo cambian las cosas—no? Yo que presumía que no podía vivir sin el roce de tus dedos en mi piel.

Pero sigues aquí dentro, de eso no te preocupes. Te sigo queriendo como siempre, sólo que ya puedo vivir sin saber de ti. Maravilloso.

No hay comentarios.: