viernes, noviembre 23

Los dias se escurren entre mis dedos...

Hace tiempo que no me paseo por aquí. Muchas cosas han pasado, volví a mi terruño y fue una alegría ver a gente tan querida, mis amigos, a mi hermano, sentir ese sol que me vio crecer. Casi como en sueños… Regresé a Barcelona, donde mis pasos me llevaron por calles que recorrí hace nueve años, con compañía nueva, con aires viejos. Y yo encantada de sentir la brisa del mar mediterráneo revolverme el cabello, salar mis labios. Bañarme de ese sol que sólo se siente a la orilla del mar, tan cálido, tan encantador. Tan anhelado.
Caminar por el paseo de gracia y ver en los adoquines los dibujos de Gaudí, así como en sus deliciosos edificios que me dan una sobredosis de color, de sabores que todavía no pruebo. Y me siento contenta, plena, aun cuando me duelen tanto los pies.
Es el colmo que todavía se me olvida qué pares de
zapatos llevar o no a un viaje.
Una de las escenas que más recuerdo de mi viaje: parejas bailando tangos en la plaza mayor del pueblo español, donde me llena de envidia ver cómo los danzantes se entregan a un baile tan demandante, celoso, íntimo. Y qué decir de los tangos de Piazzola, de esos que me recuerdan otros años de mi vida, otros lugares, otros alientos. Otra yo hace cuatro años, cuando todavía creía en salvar al mundo (y es algo que me lo digo con una sonrisa en los labios, bien sabiendo que todavía no pierdo las esperanzas).
En fin, tengo que correr a la escuela para entregar mi plan tentativo de estudios para el siguiente año y medio. Ja! Cosa hecha en los últimos 15 minutos, como buena mexicana.
Besos, los dejo con una de mis imágenes de la bella Cataluña…

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