sábado, abril 12

... empieza con H.


(y no, no es Historia)


Vengo llegando de echarme un café, que se convirtió en cerveza cuando mi boca sedienta se regocijó de encontrarla en el menú. Y no, no fue magia ni brujeria, mejor pedí una Carlsberg special, en lugar del Chai que me llamaba, pero bueno, la compañía fue maravillosa, eso de echar el café en tu idioma es algo mucho más cómodo, se evita uno el proceso ese de traducir, reacomodar, interpretar. Y solo hablar de viajes, de escritura, de los poetas que nos gustan. Y no sé, me siento alegre y quisiera pasar toda la noche aquí, entre los daneses que hacen ruido, gritan, toman cerveza y disfrutan de un lugar seco en la noche lluviosa del viernes.

Y yo solo platico, sonrío, y tomo esa cerveza fría que no quiero que se acabe. Y entonces veo el reloj y siento que no te quiero amarrar a mi presencia, por mucho que quisiera. Y decido caminar rumbo a la parada del autobús bajo la lluvia que no nos ha dejado desde que salimos de comer. Una promesa de un mañana se convierte en la sonrisa de mis labios al llegar al departamento, fumando un cigarro mojado. Y entonces estas ganas de escribir me invaden, a pesar de las cien distracciones que se me atraviesan. Aquí estoy, pensando cómo contarte todo esto que quiero compartir, como esa taza de café, como mi mano en tu mano. Y la lluvia afuera.

1 comentario:

JennyVenusina dijo...

El Chai es seductor pero a la luz de las buenas compañías no hay como una cerveza para desbordar las palabras que de otra forma tal vez queden guardadas (quizás para siempre) en algun lugar de la compostura.
Sigue disfrutando las cervezas, el Chai, la lluvia pero sobre todo las promesas que se convieren en sonrisas.
Te quiero.