miércoles, agosto 6


En el bosque de la china…


Hoy desperté y me regocijé de no haber tosido. Esta primera semana de este lado del charco me ha puesto unas cuantas revolcadas a mi sistema inmunológico, pero ya voy de salida, o al menos eso me digo. En fin, queridos lectores (que a estas alturas dudo que sean muchos dada mi larga ausencia por estos lares), les escribo desde mi cubículo en la oficina de mi empresa adoptiva por los siguientes seis meses. O cinco meses con tres semanas. En China. Ese país tan grande, donde se producen al menos un 60 o 70% de las cosas que traemos puestas o que usamos diariamente, donde me siento minoria y observada a donde quiera que voy, me doy cuenta de que disfruto mis pasos. Aun cuando salir del departamento signifique que no voy a dejar de sudar hasta que regrese al grandioso refugio de mi refrigeración, el caminar por estas nuevas calles mientras esquivo los autos que por más topes que siembren alrededor, no disminuyen la velocidad. Qué decir de ir al super, donde solo atinamos en adivinar por medio de fotografías y senias el cómo usar ciertas cosas. Y las paranoias de mi querido compañero me dan risa, esas diferencias de venir de un primer mundo y de uno no tan primero...

En fin, los dejo que mi vida de burguesa tiene un precio… todavía no encuentro la forma de articular lo que estoy observando por acá, así que seguiré dedicandome a hacer eso: observar y tomar notas. Ay después les pasaré lista (al cabo ya tengo Internet en casa, yay!)

Besitos chinos!

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