sábado, marzo 20

Samuel

Es una lujuria. Un mal pensamiento. Un judío tan deseable como... Jesús. Y yo sigo así, diluida como la vela que se consume ensartada en la botella de vino. Y Samuel ahí, con sus ojos azules y su corta barba, lanzando maldiciones contra los políticos y partiendo las aguas como Moisés. Es a veces cuando deseo ser una del rebaño para ser rescatada por él, como Schlinder. Y dejar de ser, confundirme con su piel sobre el escritorio lleno de papeles, los viejos libros en las paredes, los alumnos caminando en el pasillo. Y yo ahí, cual papel. Cual piel. Cual grito.

Termina de disertar de la educación en México y su devenir. Que todo se va a ir a la mierda ice con una sonrisa a media boca. Presume que saldrá en televisión nacional en dos semanas. Me despido sujetado su mano, el rasca la palma de la mía, me jala y besa en la mejilla, raspándome, erizandome. Ahí tengo unos libros, querida, que te pueden interesar... cuando quieras, pasa a mi oficina y veremos que podemos hacer. Sonríe con malicia. Yo suspiro. Entonces no era nada mas mi calentura.

No hay comentarios.: