domingo, julio 18

El cinismo...
 
    de las máquinas tragamonedas. Ayer, después de una larga desvelada de viernes, en las que bailé banda como hacía un resto no hacía, con mi hermano y sus pasos locos que te hacen sudar hasta por donde menos  te lo esperas, partimos rumbo a la boda de los 5o años. La pareja tuvo 11 hijos, un equipo de futbol completo, y remató la celebración en el Casino en SunlandPark. Cabe decir que fue la primera vez que pude entrar a un antro de tal índole y me dejó con... un extraño sabor de boca. Recuerdo las dos, tres veces cuando nos llevaron mis papás a Las Vegas y mi sueño, en su momento, era el sentarme frente a una de esas máquinas y escuchar el 'tin-tin-tin' del dinero caer. Pero estando ahí... con mis 5 dólares en la mano, me dí cuenta de que son aburridísimas. Ja. O la verdad es que la máquina estuvo jugando con mis sentimientos y no le encontré mayor chiste. Aunque mi madre estaba encantada, jugando con las cuantas pesetas que le regresaba... pero fue algo extraño. Tal vez el olor del puro de la señora que estaba esperando a que yo me quitara, o el olor a mugre vieja, del hombre que estaba sentado a mi lado, que se yo. Es uno de los vicios que tacho de mi lista, prefiero gastar mi lana en cigarro y alcohol... algo más tangible.
      
   Pero bueno, me retiro, que escucho a mi madre lista para ir a los juegos de golf: ha aprendido a hacerle el "ohhh..." "ahhhh...." grititos de decepción o admiración por los tiros realizados en el green. Algún día, madre, algún día.
    Ta-tá

Ah! Por cierto... esperemos que ese tipo de expresiones sean sólo de admiración para México ante Brasil...

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