viernes, julio 23

La maravilla de los volcanes.... en tu baño
 
    Cuenta mi madre, cuando empieza a desenterrar fantasmas, que uno de los primeros regalos que le dio mi apá cuando eran novios -duraron 7 años, un mes, un día en lo que se decidían a ver si sí o no- fue una piedra pomex. La cosa fue que se la envolvió aca, en lo más elegante y demás, y era el clásico truco de los magos: abría una caja, luego otra, luego otra más hasta que llegó a la más pequeña: emocionadísima, pensó que iba a ser un reloj o algo por el estilo pero, al abrirlo, se topó con ese pedazo de volcán que sirve para quitar asperezas, callos y alguna que otra cosa. Basta decir que, gracias a las propiedades de ser una piedra ligera, el pedradón no pasó a mayores.
      En fin. El otro día, después de haber corrido todo el día con mis huaraches pata-de-gallo llegó ella a mi cuarto con un regalo igualito. Disque para limar mi lado tarahumara que le encanta andar descalzo por todos lados. He aprendido a perderle el miedo, al cabo... ¿Qué tanto es tantito?
 
Ta-tá

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