jueves, octubre 13

Igual y...


Y esto ya lo he platicado alguna vez (a veces me da el sindrome de mi adorado J: repetir una idea que te parece excelente a todo aquel que se te pone enfrente hasta sentir que le has sacado el jugo suficiente para luego mandarla al rincón de las cosas que no te acuerdas. Hasta que hay algun comentario que la saca del montón y te hace usarla otra vez. Y otra vez. Y otra vez.). Pero pues-- hoy amaneció nublado. Lloviendo. Me encanta escuchar el cielo que rezonga, grita, aclama cierta furia que quizás no le pertenece. Y la lluvia que se obstina en pegar la tierra al vidrio del carro, donde el limpiaparabrisas no logra alcanzar. El paraguas que he dejado en el auto. Y esta extraña sensación de sentirme un zepellin. Ja.

Volviendo a la idea inicial: hace unos años me tocó asistir a un taller de cuentofantástico con EugenioAguirre. Y fue de lo mas ilustrativo en cuanto a nuestra ignorancia acerca de la historia de México, y muchas otras cosas que no venian al caso del taller, mas el hombre que fumaba cigarrillo tras cigarrillo nos platicó que, según él, nuestra cultura es soleada, cálida, y que dado a eso casi no había cuentos fantásticos/demisterio/terror entre los escritores mexicanos, al contrario de una Mary Shelley que escribió Frankestein o Bram Stoker se disfrazó de VanHelsing, viviendo en tierras donde el sol se desaparece por lunas y la lluvia reemplaza todo trazo de luz. En cierta forma creo que tiene razón, vamos-- viendo los índices de productividad en la línea hoy (que no ha parado de llover, y ayer perdió el equipo de futbol nacional) podemos decir que la gente se deprime y no ensambla o empaca las máquinas como cuando gana el américa en el futbol(y aqui abogo por mi honor: no soy fan del america pero el 80% del personal de produccion sí lo es).

En fin-- me encantan este tipo de días (y las reumas de ese viejo músculo llamado corazón no se presentan aun), cuando sientes el vaho escaparse de tus poros mientras chapoteas entre los renacuajos que no serán. Me recuerda a otra yo. A hace dos años. A... las mañanas de neblina.

Bueno, ahí se los dejo. (Ya editado).

Un abrazo, con el cabello mas erizado que nunca.

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