domingo, enero 6

... vengo llegando



Dejé la maleta a medio camino, quitándome la ropa y dejándola también a mis pies. Parada en medio del cuarto terminé de aterrizar y suspiré. Diez y siete días vagabundeando, cargando mi peso, mis recuerdos, mis añoranzas, reinventandome, perdiendo unas cuantas cosas, ganando otras más. Aviones, océanos, trenes, personas. No me estresé ni cuando nos quedamos sin dónde dormir la última noche del año. Sólo sabía que no había otro momento como ese, que tu estabas tan lejos, a pesar de traerte aquí, casi tatuado. De que tenía que vivir ese momento a plenitud. Creo que hasta que llegué a Rotterdam, con sus amplias y modernas calles, su escaso aire salado y plazas que me hicieron recordarte. Por que no estabas ahí. Y fue por tí que derramé tres lágrimas en ese gran sillón de piel mientras Christian me miraba ansioso, esperando. Y no se atrevió a preguntar nada, sólo esperó. Así como lo hice yo alguna vez contigo.
Y he descubierto que ya no te añoro como antes, aun cuando tu recuerdo me acompañe a todos lados. Y esto me dio un sentimiento raro para el año que comienza.
Veremos que nos depara. Por lo pronto tengo toneladas de ropa por lavar.

Saluditos. Lo mejor para este 2008!

No hay comentarios.: